La alopecia androgénica es el nombre médico que recibe la calvicie común y también es posible en mujeres y cada vez es más frecuente en nuestra población. Afecta a 40% de mujeres a lo largo de su vida.
Suele presentar dos picos de edad, mujeres adultas jóvenes y durante la perimenopausia.
Al igual que sucede en los hombres, las mujeres con calvicie tienen una sensibilidad especial a las hormonas sexuales masculinas (andrógenos) en la raíz del cabello. Por eso el cabello se hace cada vez más fino progresivamente (lo que se conoce como “miniaturización”) hasta que desaparece y deja zonas despobladas. Sin embargo, en las mujeres las causas de alopecia androgénica son mucho más complejas e incluyen procesos metabólicos y oxidativos que requieren un tratamiento más completo.
Las primeras señales de alopecia androgénica en las mujeres es notar una pérdida de densidad difusa en la zona más anterior del cabello o en la linea media. Es habitual tener la sensación de que la raya del peindado es más ancha de lo normal.
Percibir más caída de cabello no es un signo de alopecia por sí solo, ya que se puede producir en otros procesos como el efluvio telógeno.
Para realizar un diagnóstico precoz, que permita evitar la progresión de la alopecia, se necesita un estudio tricológico en consulta médica mediante la inspección visual y la tricoscopia, una microcámara que permite detectar grados muy iniciales de calvicie y descartar otra causas.