La alopecia frontal fibrosante es un tipo de pérdida de cabello cicatricial o permanente.
La mayoría de las personas que la sufren son mujeres después de la menopausia, pero cada vez es más frecuente en mujeres jóvenes y varones.
Su origen es autoinmune, es decir, es el propio sistema inmunitario del paciente destruye el pelo de forma permanente.
Además se plantean una posible predisposición genética y factores ambientales y hormonales que intervienen en su desarrollo.
La pérdida de pelo en la alopecia frontal fibrosante comienza en linea de implantación del cabello, de tal forma que parece que el cabello retrocede y la frente queda más amplia. Aunque existen otras variedades clínicas.
Es frecuente que también se pierdan las cejas de forma progresiva.
En algunos casos esta pérdida de cabello se acompaña de picor o ardor y a veces se puede observar cierto enrojecimiento y descamación en los cabellos afectados.
Otras alteraciones que puede producir esta enfermedad son la aparición de pequeñas pápulas faciales parecidas a un acné leve y pérdida del vello en cualquier localización del cuerpo es también frecuente.
El diagnóstico se puede confirmar en la propia consulta médica con ayuda de la tricoscopia.
En algunos casos puede ser necesario tomar una biopsia cutánea para hacer un estudio histopatológico.
Dirigido sobre todo a evitar su progresión y en algunos casos de diagnósticos precoces logramos el crecimiento del cabello, por ello es esencial controlar la inflamación local que se produce en esta alopecia. Si no lo hacemos las células inflamatorias destruirán la raíz capilar de forma permanente.
Para controlar esta inflamación se requiere un seguimiento periódico con un especialista en tricología.